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domingo, 7 de julio de 2019

LLEGAMOS A HIERAPOLIS


Dejamos Efeso y nos dirigimos hacia el interior de la península de Anatolia para, después de recorrer algo menos de 200 Kms, llegar a Karahayit, donde dormimos y ya estamos a escasos 10 minutos de nuestro siguiente objetivo, la antigua ciudad romana de Hierapolis.



A la que entramos por su puerta oeste accediendo directamente a su impresionante necrópolis.


Magdalena y Bebi.


La ciudad, fundada en el siglo II  antes de Cristo, fue destruida por un terremoto y reconstruida posteriormente por los romanos para convertirse durante los siglos II y III en un importante centro vacacional gracias a las propiedades medicinales de sus aguas termales.


De ahí que mucha gente adinerada de la época se terminara instalando allí para cuidar su salud, y con el tiempo, al morir fueran construyendo esta enorme e impresionante necrópolis por la que paseamos en solitario, ya que la mayoría de los visitantes acceden a la ciudad por las entradas sur y este.


Imagen de un conjunto de tumbas.




Magdalena y Bebi siguiendo el camino.




 Mas tumbas, estas con algunas inscripciones, para nosotros ilegibles.



En esta vemos junto a la puerta abierta la losa que servia para cerrarla.


Otra tumba, profanada como todas, a lo largo del tiempo.


Y la mas pintoresca de todas, rodeada por los sedimentos calcáreos de los manantiales termales cercanos, que dan lugar al espectáculo de los travertinos de Pammukale.



 Dejamos atrás la necrópolis y comenzamos a ver algunos edificios importantes. En la foto la Iglesia de los baños.



 Ahora la puerta de Domiciano, edificada en su honor durante los años 82 y 83.


Seguimos viendo construcciones a medida que nos adentramos en la ciudad.



Otra vista de la puerta de Domiciano, emperador de infausto recuerdo.


Y otra.




 La llamada Puerta Bizantina.



Una imagen del odeón o buleuterion.




Y tres imágenes del espectacular teatro, con un aforo de 20.000 personas.


Magdalena con Julio y Bebi en la piscina de Cleopatra.


 Y ya de vuelta, después de recorrer los travertinos de Pammukale, motivo de otra entrada.


Recorremos de nuevo la necrópolis disfrutando de la tarde y fotografiando algunos de los pájaros que se movían por allí.



Se nota que estamos en primavera.



 Como despedida algunas fotos de los monumentos funerarios que nos rodeaban.

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